Mientras Los Ángeles arde, el gobernador de California y una pareja multimillonaria reciben la culpa

Forbes México.
Mientras Los Ángeles arde, el gobernador de California y una pareja multimillonaria reciben la culpa

Para llegar al barrio de Pacific Palisades, en un acantilado de Los Ángeles, el agua se envía desde las montañas del norte de California hasta un depósito de la ciudad, donde luego se bombea cuesta arriba hasta uno de los tres tanques de almacenamiento con capacidad para un millón de galones cada uno. Después de realizar el recorrido, el agua se descarga en las casas y en los hidrantes, gracias a la gravedad.

Pero la demanda de agua para combatir el incendio de Palisades, que ya ha quemado más de 23.000 acres, ha desbordado el sistema. Las bocas de incendio en Pacific Palisades se secaron mientras los bomberos intentaban sofocar las llamas la semana pasada. Mientras tanto, en medio de problemas de presión de agua en Pasadena, los equipos de bomberos luchaban contra más llamas como el incendio de Eaton que ha quemado 14.000 acres, incluida la mayor parte del barrio históricamente negro de Altadena.

A medida que los hidrantes del noroeste de Los Ángeles se quedaron sin agua, la ciudad envió varios camiones cisterna de 4.000 galones, así como una docena de camiones más pequeños para rellenar los hidrantes y hacer que más agua llegara a las mangueras de los bomberos. Estas medidas provisionales han ayudado un poco. Se han rociado más de 3 millones de galones sobre los incendios. Pero el incendio de Eaton estaba contenido en un 33% hasta el lunes por la tarde, mientras que el incendio de Palisades todavía estaba contenido en un 14%.

Junto con los incendios, también está circulando una idea errónea: que los incendios forestales en Los Ángeles aún no se han controlado debido a la escasez de agua. En realidad, la falta de agua que fluye desde los hidrantes pone de relieve un problema dentro de la infraestructura de emergencia de la ciudad. Simplemente, no fue diseñada para una lucha prolongada contra incendios en todo el vecindario, ni para estos incendios forestales fuera de temporada que se están volviendo más incontrolables a medida que empeora el cambio climático.

Como era de esperar, el tema se ha politizado: el presidente entrante Donald Trump culpó al gobernador de California, Gavin Newsom, de “¡un verdadero desastre!” , mientras que Newsom respondió a las críticas.

Otros han señalado con el dedo a la pareja multimillonaria de Beverly Hills, propietaria de Wonderful Company, la mayor vendedora de pistachos y almendras de Estados Unidos. Ambos cultivos son conocidos por su gran demanda de agua. Además de sus frutos secos, que requieren mucha agua, Stewart y Lynda Resnick, cofundadores y copropietarios de la empresa alimentaria privada, también cultivan naranjas, mandarinas, limones, limas y granadas. Tienen mucho poder en el sistema hídrico de California.

Se estima que los Resnick tienen una fortuna conjunta de 12.600 millones de dólares y cuentan con algunos de los bolsillos más profundos a la hora de comprar agua en el mercado abierto, lo que puede hacer subir el precio del agua. Los Resnick también poseen la mayoría de las acciones del Kern Water Bank, una joya natural de acuífero que tiene una de las mayores capacidades de almacenamiento de agua del país .

En 1994, los Resnick negociaron un acuerdo ventajoso para obtener el 57% del banco de agua, a cambio de suministros de agua del estado. El estado había planeado cerrar el banco, que estaba fracasando bajo la dirección del estado. Se contactó con Stewart Resnick para que lo rescatara. En lo que algunos críticos han llamado reuniones secretas, algunos de sus asesores de mayor confianza negociaron con varios líderes de los distritos de agua del sur de California y funcionarios estatales del agua. Dos décadas después, el banco todavía proporciona a los Resnick un acceso casi inigualable al agua en el sur de California, que utiliza para garantizar que puede regar unas 130.000 hectáreas de tierras agrícolas en el estado.

Pero su influencia en el sistema hídrico de California no tiene nada que ver con el incendio de Palisades y otros incendios en los alrededores de Los Ángeles. La cruel ironía es que actualmente el agua abunda en Los Ángeles. Los embalses de la ciudad de Los Ángeles, a través del distrito hídrico metropolitano, están llenos. (El incendio de Eaton, con 16 muertos y 7.000 estructuras destruidas, se produjo en otro distrito hídrico.)

“Son temas completamente ajenos”, dice el Dr. Mark Gold, director de Soluciones para la Escasez de Agua y Salud Ambiental del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales. “Tenemos más agua almacenada en esta época del año que en toda la historia de la agencia. En vista de la catastrófica pérdida de vidas y propiedades, es una falta de sensibilidad”.

Estos incendios se registrarán como los peores que el condado de Los Ángeles haya tenido jamás, y los más costosos. Eso se debe a “una tormenta perfecta” de factores contribuyentes, dice Gold, quien también es miembro de la junta directiva del Distrito Metropolitano del Agua, que supervisa el agua municipal para 19 millones de personas en el sur de California, incluido Los Ángeles. Después de dos años muy lluviosos, la maleza en las laderas de Los Ángeles tuvo la oportunidad de crecer, convirtiéndose en mucha leña. A eso se sumó que casi no hubo lluvia, menos de dos décimas de pulgada desde mayo de 2024, lo que lo convirtió en el segundo período más seco registrado en Los Ángeles en los últimos 150 años. El fuego necesita aire además de combustible, que una enorme tormenta de viento de Santa Ana proporcionó a partir del martes. Los vientos, los peores en 15 años o más, alcanzaron ráfagas de hasta 100 millas por hora. Hizo que combatir el incendio con aviones y helicópteros, para arrojar agua y repelente de incendios desde arriba, fuera imposible.

“Está todo completamente seco. Si no se puede combatir con medios aéreos, no hay ninguna posibilidad”, afirma Gold. “Este tipo de incendios no se combaten con bocas de incendio, mangueras y camiones de bomberos”.

Gold agregó que además de analizar más detenidamente la cantidad de agua que se necesita almacenar, en el futuro la ciudad y el condado podrían buscar otras formas de reducir el riesgo de incendio, como desenergizar las líneas eléctricas cuando se prevé que se produzca un fenómeno eólico o un mejor uso de la teledetección para detectar incendios y predecir su comportamiento.

“Estamos viendo fenómenos climáticos extremos tan tremendos que la forma en que consideramos la seguridad de las personas tiene que cambiar por completo”, afirma Gold. “Las Palisades casi desaparecieron de la faz del planeta. Es algo que supera la peor pesadilla de cualquiera”.

Por su parte, Wonderful Company dice que los ataques a los Resnick por los incendios son antisemitas y, como dice Seth Oster, director de asuntos corporativos de Wonderful, “la rueda de hámster ha girado a un nuevo nivel de absurdo”.

“No es cierto que alguna persona o empresa, y mucho menos la nuestra, posea o controle la mayor parte del agua de California. Tampoco es cierto que tengamos algo que ver con el agua que se suministra a Los Ángeles. El agua destinada al uso municipal no se utiliza para fines agrícolas ni para la producción de alimentos”, afirma Oster.

“Las preguntas correctas que hay que hacer no son sobre un sector o una empresa en particular, sino sobre lo que el gobierno podría haber hecho de manera diferente y sobre cómo reconocer los desafíos del cambio climático en lugar de perder el tiempo con retórica odiosa y afirmaciones extrañas de teóricos de la conspiración extremistas y aburridos”, añade Oster.

No hay soluciones fáciles para los problemas hídricos de Los Ángeles, que datan de principios del siglo XX ^y se han visto exacerbados por el crecimiento implacable de la ciudad. Rediseñar los servicios de agua regionales en los lugares donde los incendios forestales son comunes sería un buen punto de partida, pero Kathryn Sorensen, directora de investigación del Centro Kyl para la Política del Agua de la Universidad Estatal de Arizona, dice que no es tan fácil como simplemente repensar las estructuras antiguas. Los barrios de Los Ángeles pueden necesitar más almacenamiento de agua para abastecer a sus hidrantes, por ejemplo, pero aumentar la capacidad de almacenamiento a menudo conlleva la contrapartida de tener problemas de calidad del agua, ya que habría más agua estancada en los tanques. Y dado que la ley de agua potable segura de Estados Unidos tiene requisitos “muy estrictos”, “hay muy poca flexibilidad”.

“Sabemos el valor del agua cuando no la tenemos”, dice Sorensen. “Es relativamente fácil mirar atrás y decir que hubiera sido beneficioso aumentar el almacenamiento, pero siempre que estas empresas de servicios públicos intentan aumentar las tarifas para pagar infraestructuras obsoletas, se produce una reacción negativa. Es importante respaldar estos sistemas en todo momento para que puedan estar en condiciones de funcionar cuando sea necesario”.

Este artículo fue publicado originalmente por Forbes US.

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Giorgio Arturi