Fernando Arrabal y sus tres cordobeses: las lágrimas de un escritor recordando a sus antepasados

Se había dicho mucho sobre Fernando Arrabal . Su espíritu burlón e iconoclasta . Su voluntad de escapar de la asfixia «de la ceniza temblorosa de la realidad». Su condición de mayor dramaturgo vivo en el mundo, su voluntad de expresarse en verso, prosa, teatro y también en dibujos, y de jugar con las palabras. Lo que de él habían dicho Ionesco, Kundera , Cela. El autor recibía este miércoles un homenaje en Córdoba, organizada por la revista literaria 'Ánfora Nova' y por la Fundación Cajasol , y ante el público que llenaba la sede de la institución se habían desgranado los méritos y se habló de su última obra, 'Trazos iluminados'. Fernando Arrabal cumplirá en este 2025 la edad de 93 años y mantiene el espíritu juvenil. Y cuando le tocó tomar la palabra no quiso referirse a las letras o al teatro, sino a la historia de su familia . «¿Tengo que hablar?», preguntó con cierta timidez, y dijo entonces lo que ha contado muchas de las veces que ha llegado a Córdoba: «Estoy en la tierra de mis antepasados ». Por ahí habló de su bisabuelo, de su abuelo y de su abuela. Los tres cordobeses. Del primero contó su relación y vocación con la pintura, y cómo había sido amigo de otro habitante de la ciudad que fue alguien con aquello de los pinceles: Julio Romero de Torres . Hizo un juego de palabras con la palabra 'Arrabal', su apellido, y el plural en francés, si existiera: 'Arrabeaux', que terminaba en la palabra bellos. Y ahí quiso hablar de su abuela , cuya historia pudo conocer hace apenas dos años. Cuando a su hijo, el padre del escritor, militar, lo condenaron a muerte por no haberse sumado al alzamiento del 18 de julio de 1936, fue desde Córdoba hasta Palma de Mallorca sólo con el propósito de darle un beso antes de morir. «Y tuvo que rellenar una instancia », y eso lo contó entre lágrimas. A partir de ahí, su discurso se volvió burlón e inclasificable. Por ejemplo recordó cuando fueron a detenerlo a un hotel de Murcia cinco policías franquistas, lógicamente armados: «¿Por qué traen revólveres ? Un tirabeque habría sido lo mismo». Como al público de Córdoba, también a aquellos agentes les había hecho reír. Eso sí, con las mismas aseguró que los policías de aquella época habían sido «correctísimos» con él, o al menos lo dijo según su particular poética. Por eso habló también de 'Carta de amor' , el texto teatral que consiguió estrenar en Israel. Antes habían tomado la palabra el director de 'Ánfora Nova', José María Molina Caballero, para ensalzar sus méritos, pero también, entre otros, el presidente de la Audiencia Provincial de Córdoba, Francisco de Paula Sánchez Zamorano , que ha terminado sus palabras con unos versos suyos dedicados al escritor.

Jan 15, 2025 - 22:17
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Fernando Arrabal y sus tres cordobeses: las lágrimas de un escritor recordando a sus antepasados
Se había dicho mucho sobre Fernando Arrabal . Su espíritu burlón e iconoclasta . Su voluntad de escapar de la asfixia «de la ceniza temblorosa de la realidad». Su condición de mayor dramaturgo vivo en el mundo, su voluntad de expresarse en verso, prosa, teatro y también en dibujos, y de jugar con las palabras. Lo que de él habían dicho Ionesco, Kundera , Cela. El autor recibía este miércoles un homenaje en Córdoba, organizada por la revista literaria 'Ánfora Nova' y por la Fundación Cajasol , y ante el público que llenaba la sede de la institución se habían desgranado los méritos y se habló de su última obra, 'Trazos iluminados'. Fernando Arrabal cumplirá en este 2025 la edad de 93 años y mantiene el espíritu juvenil. Y cuando le tocó tomar la palabra no quiso referirse a las letras o al teatro, sino a la historia de su familia . «¿Tengo que hablar?», preguntó con cierta timidez, y dijo entonces lo que ha contado muchas de las veces que ha llegado a Córdoba: «Estoy en la tierra de mis antepasados ». Por ahí habló de su bisabuelo, de su abuelo y de su abuela. Los tres cordobeses. Del primero contó su relación y vocación con la pintura, y cómo había sido amigo de otro habitante de la ciudad que fue alguien con aquello de los pinceles: Julio Romero de Torres . Hizo un juego de palabras con la palabra 'Arrabal', su apellido, y el plural en francés, si existiera: 'Arrabeaux', que terminaba en la palabra bellos. Y ahí quiso hablar de su abuela , cuya historia pudo conocer hace apenas dos años. Cuando a su hijo, el padre del escritor, militar, lo condenaron a muerte por no haberse sumado al alzamiento del 18 de julio de 1936, fue desde Córdoba hasta Palma de Mallorca sólo con el propósito de darle un beso antes de morir. «Y tuvo que rellenar una instancia », y eso lo contó entre lágrimas. A partir de ahí, su discurso se volvió burlón e inclasificable. Por ejemplo recordó cuando fueron a detenerlo a un hotel de Murcia cinco policías franquistas, lógicamente armados: «¿Por qué traen revólveres ? Un tirabeque habría sido lo mismo». Como al público de Córdoba, también a aquellos agentes les había hecho reír. Eso sí, con las mismas aseguró que los policías de aquella época habían sido «correctísimos» con él, o al menos lo dijo según su particular poética. Por eso habló también de 'Carta de amor' , el texto teatral que consiguió estrenar en Israel. Antes habían tomado la palabra el director de 'Ánfora Nova', José María Molina Caballero, para ensalzar sus méritos, pero también, entre otros, el presidente de la Audiencia Provincial de Córdoba, Francisco de Paula Sánchez Zamorano , que ha terminado sus palabras con unos versos suyos dedicados al escritor.

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