Bottura prolonga su particular dolce vita en Módena

Inconformista por definición, crítico nato, hiperactivo, comprometido -no sólo con su mujer, Lara Gilmore- locuaz, currante e italianísimo. También revolucionario. Como todos los que hace ahora 30 años cambiaron el devenir de la gastronomía para siempre y serán los protagonistas de Madrid Fusión, que se celebra del 27 al 29 de enero.
Massimo Bottura lo hizo desde su Módena natal y su Emilia del alma al poner en el mapa la hoy afamada Osteria Francescana. Un restaurante hecho a su medida y a su manera, que este 2025 cumple 30 años.

Media vida creando una cocina acorde al cuestionamiento vital del cocinero, que desafía a la tradición desde la crítica; con criterio y el influjo de las más bellas artes. De ahí platos icónicos como las cinco edades del parmesano reggiano, la parte crujiente
de la lasaña , la memoria de un bocadillo de mortadela o el Oops! Se me cayó la tarta. Todos ya tan míticos como irreverentes en su día. Son clásicos que a día de hoy sólo se pueden degustar durante la Experiencia Francescana
que se sirve en Casa Maria Luigia (2019), la villa dieciochesca de la campiña emiliana que ofrece ese “hogar lejos de casa” para quien viaja a Módena con la dolce vita como meta.

Bottura se hizo con ella cuando menos lo esperaba pero, receptivo como es “a lo inesperado”, enseguida supo erigirla en la Casa que es ahora. Paradigma de la hospitalidad mejor entendida, Maria Luigia supone la parada y fonda idónea donde entregarse al hedonismo. Un homenaje a la personalidad arrolladora de la madre de Bottura, “una anfitriona extraordinaria”, en palabras del menor de sus hijos varones.

Una mamma en el sentido más acogedor de la palabra. Una mujer que amaba cocinar y compartir todo lo que cocinaba. También recibir y agasajar incluso a quien no conocía de nada. Un referente para su familia, nietos incluidos. Lu la llamaban éstos y así se llamará la casa que significará la inminente prolongación de Maria Luigia. Un ejemplo también para Gilmore, esposa de Bottura y alma indiscutible de las iniciativas emprendidas juntos contra el desperdicio alimentario, como Food for Soul, o por una
sociedad más inclusiva, como Tortellante.

Año nuevo, Casa nueva

La demanda de visitantes que recibe la villa original es tal, que la ampliación parecía obligada. Por eso Casa LU está en construcción, tal y como evidencian las obras que se desarrollan a diario y que se han llevado a cabo incluso durante el parón navideño. Está previsto que reciba a sus primeros huéspedes el próximo marzo, cuando se materializarán los cambios que Lara y Massimo han decidido para el conjunto de la propiedad.
Según sus planes, el desayuno -reconocido como uno de los mejores del mundo por recrear la memoria gastronómica de Bottura con elaboraciones tan ancestrales como caseras- se servirá a partir de este año ya en LU.

Entre su pórtico o su patio al aire libre, en función de la temporada. La nueva Casa LU albergará la cocina principal de la villa y el futuro obrador para la elaboración de la pastelería y el pan que hasta la fecha se servían en Maria Luigia.
Aún con todo, la citada Experiencia Francescana seguirá como reclamo de mayor interés para cuantos se alojen aquí por motivos estrictamente gastronómicos. Una idea genial que se mantiene desde la apertura de la primera Casa y que hoy resulta
más sugerente que nunca ante el 30º aniversario del restaurante cuatriestrellado -tres Michelin rojas y una verde-, que llegó a proclamarse número 1 de la 50 Best mundial en 2018. El único italiano en alcanzar este hito hasta la fecha.
El turista gourmet que llega a Módena puede degustar en un mismo viaje los grandes éxitos de la Osteria Francescana en Maria Luigia, pero también la cocina de vanguardia de Bottura en su restaurante de toda la vida. El de la premonitoria calle Stella que alberga el Never stop questioning que sirve de lema a la celebración de este año. La estancia se puede complementar con la reserva en Il Gatto Verde -una estrella roja y otra verde desde este año- y la visita a la histórica bodega de la villa, donde Bottura
elabora, ofrece y vende sus propios vinagres.
La Acetaia Maria Luigia alberga más de 1.200 barriles de balsámico, todos también “en adopción” durante un año, que protegen el paso del tiempo y una tradición transmitida entre generaciones.
Las visitas y catas de vinagre balsámico se realizan en Inglés y permiten saborear el denominado oro negro de Módena. En el restaurante de la villa dedicado a la cocina del fuego creativa, la luminosa cocinera canadiense Jessica Rosval recrea su cultura culinaria con ingredientes y recetas propias de la gastronomía local.

Todo en compañía de la denominada “familia Francescana”, compuesta por un equipo de profesionales intergeneracional y pluriétnico, en el que las mujeres son mayoría. Entre éstas, la brillante sumiller, Valentina Bardini.
Gente que se desvive por cada cliente de los restaurantes que Bottura tiene repartidos por Módena y medio mundo, así como por todos los huéspedes de Maria Luigia e incluso los de LU en el corto plazo.
Las dos casas quedarán conectadas a través de una puerta de madera fijada en el seto de laurel que ahora mismo divide el patio principal de Maria Luigia del resto de la propiedad.
El pórtico del desayuno conducirá a las nuevas habitaciones, a cual más singular por sus obras de arte, en las que también se podrá hacer un buen espresso, picotear parmesano reggiano o cenar a la carta.
Una decena que habrá que sumar a las 14 con las que Lara y Massimo iniciaron su primer proyecto hotelero, aunque no les guste referirse al mismo como tal.
“Una casa es mucho más que una estructura con cuatro paredes, al igual que un corazón es mucho más que una máquina de bombeo. Nuestras casas y nuestros corazones son cosas vivas y cambian como nosotros cambiamos con el tiempo y la madurez”, sostienen. De ahí precisamente que tanto la colección de vinilos -8.000- como de piezas artísticas y
vehículos que atesora Maria Luigia cual museo abierto a sus huéspedes vayan cada vez a
más.
Otro reto superado con éxito, del que ambos todavía recuerdan sus dudas iniciales. “No resulta fácil gestionar de la mejor manera posible una experiencia de cliente que abarca las 24h”, apostilla Bottura en clara contraposición a la que se tiene en un restaurante; Osteria Francescana incluido.
En apenas tres meses, Casa LU dará continuidad al “amor” por lo que hacen en Módena, donde cohabitan sus recuerdos, un presente de Slow food y Fast cars editado por Phaidon y un futuro inevitable que afrontan “como un sueño”.

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