¡Buscad en Quirón, por Dios!

Como según Platón y Borges “el nombre es arquetipo de la cosa”, quizás 'MAR' les haya dado sin querer una buena pista a los jueces que investigan a “Alberto Quirón”, el novio de Isabel Díaz AyusoArchiletras | Todo es lengua - Los cerdos del sur europeo hoy damos lecciones al norte Quizás porque desde Platón “el nombre es arquetipo de la cosa” ―así lo dijo Jorge Luis Borges en El Golem, un poema memorable―, una de las primeras propuestas de Donald Trump tras su vuelta a la Casa Blanca ha sido la de proponer que al Golfo de México se le llame a partir de ahora Golfo de América. La propuesta ya lleva dentro otra apropiación onomástica indebida: la inmensa mayoría de los naturales y residentes de Estados Unidos (unos 350 millones de personas) llaman a su país América, y no Estados Unidos, y muchísimos de ellos se consideran a sí mismos los únicos americanos, dejando fuera de la denominación al resto de nacionales del inmenso continente: unos 650 millones de personas. Además de medidas de todo tipo enormemente preocupantes, que suponen una regresión política, económica, social y cultural, las primeras horas del nuevo mandato de Trump como presidente de Estados Unidos nos ha dejado otra noticia que tiene que ver con la denominación, con los nombres, con la onomástica. Trump ha metido a España entre los países llamados BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica creado en 2010 por la asociación constituida por esos países como alternativa al G7, el grupo de siete países más desarrollados. ¿Por error lo de Trump, porque creyó que la S final es de Spain? ¿O por estrategia, porque quería darnos un recado político y comercial? Las de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son cinco grandes economías emergentes, con tanto potencial que pueden llegar en pocas décadas a estar entre las dominantes globales y amenazar el liderazgo actual de Estados Unidos. China, de hecho, ya lo hace. Tanto le preocupa el asunto al 47º presidente de los EEUU que previsiblemente les pondrá altos aranceles a sus productos para entrar en territorio americano. ¿También a los de España? La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha cogido al vuelo y de cualquier manera lo de Trump y se ha metido en un tortuoso jardín onomástico, sintáctico y de comunicación política: “No todos los españoles ni todos en España, desde luego las administraciones, no somos parte de los BRICS ni queremos serlo, situación en la que nos ha llevado el Gobierno por aislamiento”. ¿Por error, porque cree Ayuso que los BRICS son peligrosísimos países izquierdistas, y la B es de bolivarianos, la R de rojos, la I de irredentos, la C de comunistas y la S de Spain? ¿Por estrategia, para darle un codazo más a Perro Sánchez? ¿Por ambas cosas a la vez? Al igual que en casi todas sus ocurrencias, detrás de la frasecita de Ayuso probablemente se encuentre su jefe de gabinete, MAR, acrónimo de Miguel Ángel Rodríguez. Este ha sido también, por cierto, uno de los protagonistas lingüísticos de la semana. Hemos sabido que en su móvil tiene MAR agendado a Alberto González Amador, presunto defraudador fiscal, comisionista del sector sanitario, novio conviviente de la presidenta madrileña, con el significativo nombre de Alberto Quirón. Paréntesis con dos datos para no iniciados. Uno: Quirón es un grupo sanitario privado al que le va tan bien con la Comunidad de Madrid que ha multiplicado por seis en una década los pacientes que capta de la sanidad pública madrileña. El segundo: los pagos de Quirón a Alberto González Amador se han multiplicado por cuatro tras iniciarse su relación con la presidenta Díaz Ayuso. “Cherchez la femme, pardieu! cherchez la femme!”, decía un personaje de Alejandro Dumas, padre, en Los mohicanos de París, una novela de 1854. Como según Platón y Borges “el nombre es arquetipo de la cosa”, quizás MAR les haya dado sin querer una buena pista a los periodistas, los fiscales y los jueces que investigan ―estos últimos, quizás un poco lentos y desnortados― lo del presunto fraude fiscal, lo de las sociedades pantalla, lo de las facturas falsas, lo del pelotazo de las mascarillas, lo del piso y lo del ático de encima… “¡Buscad en Quirón, por Dios! ¡Buscad en Quirón!”.

Jan 22, 2025 - 22:57
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¡Buscad en Quirón, por Dios!

¡Buscad en Quirón, por Dios!

Como según Platón y Borges “el nombre es arquetipo de la cosa”, quizás 'MAR' les haya dado sin querer una buena pista a los jueces que investigan a “Alberto Quirón”, el novio de Isabel Díaz Ayuso

Archiletras | Todo es lengua - Los cerdos del sur europeo hoy damos lecciones al norte

Quizás porque desde Platón “el nombre es arquetipo de la cosa” ―así lo dijo Jorge Luis Borges en El Golem, un poema memorable―, una de las primeras propuestas de Donald Trump tras su vuelta a la Casa Blanca ha sido la de proponer que al Golfo de México se le llame a partir de ahora Golfo de América.

La propuesta ya lleva dentro otra apropiación onomástica indebida: la inmensa mayoría de los naturales y residentes de Estados Unidos (unos 350 millones de personas) llaman a su país América, y no Estados Unidos, y muchísimos de ellos se consideran a sí mismos los únicos americanos, dejando fuera de la denominación al resto de nacionales del inmenso continente: unos 650 millones de personas.

Además de medidas de todo tipo enormemente preocupantes, que suponen una regresión política, económica, social y cultural, las primeras horas del nuevo mandato de Trump como presidente de Estados Unidos nos ha dejado otra noticia que tiene que ver con la denominación, con los nombres, con la onomástica. Trump ha metido a España entre los países llamados BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica creado en 2010 por la asociación constituida por esos países como alternativa al G7, el grupo de siete países más desarrollados. ¿Por error lo de Trump, porque creyó que la S final es de Spain? ¿O por estrategia, porque quería darnos un recado político y comercial?

Las de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica son cinco grandes economías emergentes, con tanto potencial que pueden llegar en pocas décadas a estar entre las dominantes globales y amenazar el liderazgo actual de Estados Unidos. China, de hecho, ya lo hace. Tanto le preocupa el asunto al 47º presidente de los EEUU que previsiblemente les pondrá altos aranceles a sus productos para entrar en territorio americano. ¿También a los de España?

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha cogido al vuelo y de cualquier manera lo de Trump y se ha metido en un tortuoso jardín onomástico, sintáctico y de comunicación política: “No todos los españoles ni todos en España, desde luego las administraciones, no somos parte de los BRICS ni queremos serlo, situación en la que nos ha llevado el Gobierno por aislamiento”. ¿Por error, porque cree Ayuso que los BRICS son peligrosísimos países izquierdistas, y la B es de bolivarianos, la R de rojos, la I de irredentos, la C de comunistas y la S de Spain? ¿Por estrategia, para darle un codazo más a Perro Sánchez? ¿Por ambas cosas a la vez?

Al igual que en casi todas sus ocurrencias, detrás de la frasecita de Ayuso probablemente se encuentre su jefe de gabinete, MAR, acrónimo de Miguel Ángel Rodríguez. Este ha sido también, por cierto, uno de los protagonistas lingüísticos de la semana. Hemos sabido que en su móvil tiene MAR agendado a Alberto González Amador, presunto defraudador fiscal, comisionista del sector sanitario, novio conviviente de la presidenta madrileña, con el significativo nombre de Alberto Quirón.

Paréntesis con dos datos para no iniciados. Uno: Quirón es un grupo sanitario privado al que le va tan bien con la Comunidad de Madrid que ha multiplicado por seis en una década los pacientes que capta de la sanidad pública madrileña. El segundo: los pagos de Quirón a Alberto González Amador se han multiplicado por cuatro tras iniciarse su relación con la presidenta Díaz Ayuso.

Cherchez la femme, pardieu! cherchez la femme!”, decía un personaje de Alejandro Dumas, padre, en Los mohicanos de París, una novela de 1854. Como según Platón y Borges “el nombre es arquetipo de la cosa”, quizás MAR les haya dado sin querer una buena pista a los periodistas, los fiscales y los jueces que investigan ―estos últimos, quizás un poco lentos y desnortados― lo del presunto fraude fiscal, lo de las sociedades pantalla, lo de las facturas falsas, lo del pelotazo de las mascarillas, lo del piso y lo del ático de encima… “¡Buscad en Quirón, por Dios! ¡Buscad en Quirón!”.

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