No te escribe por horas, piensas lo peor y para huir de eso, decides dormir: tal vez tengas estos dos trastornos psicológicos
Estás teniendo la mejor conversación con esa persona especial, todo parece ir perfecto, hasta que de pronto… nada. La notificación no llega, los minutos se convierten en horas y tu mente empieza a trabajar horas extra imaginando toda clase de escenarios. Antes de que las ideas te sobrepasen, decides que lo mejor es apagar la […]
Estás teniendo la mejor conversación con esa persona especial, todo parece ir perfecto, hasta que de pronto… nada. La notificación no llega, los minutos se convierten en horas y tu mente empieza a trabajar horas extra imaginando toda clase de escenarios. Antes de que las ideas te sobrepasen, decides que lo mejor es apagar la luz y dormir. Si esta situación suena demasiado familiar, no es solo cosa tuya; hay razones psicológicas detrás de lo que sientes y lleva el nombre de hipervigilancia y apego ansioso.
Hipervigilancia y apego ansioso: ¿qué son y cómo afectan tus relaciones?
Dos patrones emocionales podrían estar influyendo en cómo reaccionas ante estas situaciones: la hipervigilancia y el apego ansioso. Aunque puedan sonar alarmantes, son más comunes de lo que piensas y pueden moldear profundamente tu forma de relacionarte.
La hipervigilancia es como tener un radar emocional funcionando a todo volumen. Es tu sistema nervioso en alerta máxima, buscando posibles amenazas, como señales de rechazo o desinterés. Esta reacción a menudo surge de experiencias pasadas que te dejaron inseguro emocionalmente.
Las personas con hipervigilancia tienden a sobreanalizar mensajes, leer entre líneas y asumir lo peor si no encuentran suficientes emojis o entusiasmo en las respuestas. También pueden revisar su teléfono constantemente, inquietos hasta recibir una notificación. Esta tensión mental se alimenta de la incertidumbre, generando un estrés constante.
El apego ansioso, por otro lado, es un estilo de relación en el que anhelas cercanía, pero también temes el abandono. Esto te hace extremadamente sensible a cualquier señal, real o imaginaria, de que la otra persona podría estar distanciándose.
Si tienes apego ansioso, probablemente busques reafirmación constante de tus relaciones, sientas inseguridad si no recibes respuestas inmediatas y te cueste confiar en que la conexión es estable, incluso cuando todo parece ir bien. Estos sentimientos están ligados a un deseo profundo de conexión y seguridad emocional.
Cómo manejar la hipervigilancia y el apego ansioso
Cuando estas dos tendencias se activan, pueden ser abrumadoras, pero hay formas de manejarlas.
Practicar respiración profunda puede ser una herramienta simple pero poderosa para calmar tu sistema nervioso. Prueba inhalar contando hasta cuatro, sostener el aire durante cuatro segundos y exhalar en cuatro tiempos. Esto ayuda a reducir la tensión emocional.
También es útil cuestionar tus pensamientos. Pregúntate si realmente hay evidencia de un problema o si es tu mente llenando vacíos con suposiciones. Mantenerte ocupado con actividades que disfrutes o te resulten productivas puede romper el ciclo de sobrepensar.
Entender la hipervigilancia y el apego ansioso es el primer paso para construir relaciones más saludables. Reconocer estos patrones te permite tomar el control de tus emociones y desarrollar nuevas formas de reaccionar ante la incertidumbre. Y, si sientes que estas emociones son demasiado intensas, considerar terapia puede ayudarte a explorar sus causas y aprender herramientas para manejarlas mejor.
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